Verde
II DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
18 de enero
ANTÍFONA
DE ENTRADA Sal 65, 4
Que
se postre ante ti, Señor, la tierra entera; que todos canten himnos en tu honor
y alabanzas a tu nombre.
ORACIÓN
COLECTA
Dios
todopoderoso y eterno, que gobiernas los cielos y la tierra, escucha con amor
las súplicas de tu pueblo y haz que los días de nuestra vida transcurran en tu
paz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
PRIMERA
LECTURA
Habla, Señor; tu siervo te escucha.
Del
primer libro de Samuel: 3, 3-10. 19
En
aquellos días, el joven Samuel servía en el templo a las órdenes del sacerdote
Elí. Una noche, estando Elí acostado en su habitación y Samuel en la suya,
dentro del santuario donde se encontraba el arca de Dios, el Señor llamó a
Samuel y éste respondió: “Aquí estoy”. Fue corriendo a donde estaba Elí y le
dijo: “Aquí estoy. ¿Para qué me llamaste?”. Respondió Elí: “Yo no te he
llamado. Vuelve a acostarte”. Samuel se fue a acostar. Volvió el Señor a
llamarlo y él se levantó, fue a donde estaba Elí y le dijo: “Aquí estoy. ¿Para
qué me llamaste?”. Respondió Elí: “No te he llamado, hijo mío. Vuelve a
acostarte”.
Aún
no conocía Samuel al Señor, pues la palabra del Señor no le había sido
revelada. Por tercera vez llamó el Señor a Samuel; éste se levantó, fue a donde
estaba Elí y le dijo: “Aquí estoy. ¿Para qué me llamaste?”.
Entonces
comprendió Elí que era el Señor quien llamaba al joven y dijo a Samuel: “Ve a
acostarte, y si te llama alguien, responde: ‘Habla, Señor; tu siervo te
escucha’ ”. Y Samuel se fue a acostar.
De
nuevo el Señor se presentó y lo llamó como antes: “Samuel, Samuel”. Éste
respondió: “Habla, Señor; tu siervo te escucha”.
Samuel
creció y el Señor estaba con él. Y todo lo que el Señor le decía, se cumplía.
Palabra de Dios.
SALMO
RESPONSORIAL Del salmo 39
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Esperé
en el Señor con gran confianza; él se inclinó hacia mí y escuchó mis plegarias.
Él me puso en la boca un canto nuevo, un himno a nuestro Dios. R.
Sacrificios
y ofrendas no quisiste, abriste, en cambio, mis oídos a tu voz. No exigiste
holocaustos por la culpa, así que dije: “Aquí estoy”. R.
En
tus libros se me ordena hacer tu voluntad; esto es, Señor, lo que deseo: tu ley
en medio de mi corazón. R.
He
anunciado tu justicia en la gran asamblea; no he cerrado mis labios, tú lo
sabes, Señor. R.
SEGUNDA
LECTURA
Los cuerpos de ustedes son miembros de Cristo.
De
la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 6,
13-15. 17-20
Hermanos:
El cuerpo no es para fornicar, sino para servir al Señor; y el Señor, para
santificar el cuerpo. Dios resucitó al Señor y nos resucitará también a
nosotros con su poder.
¿No
saben ustedes que sus cuerpos son miembros de Cristo? Y el que se une al Señor,
se hace un solo espíritu con él. Huyan, por lo tanto, de la fornicación.
Cualquier otro pecado que cometa una persona, queda fuera de su cuerpo; pero el
que fornica, peca contra su propio cuerpo.
¿O
es que no saben ustedes que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, que han
recibido de Dios y habita en ustedes? No son ustedes sus propios dueños, porque
Dios los ha comprado a un precio muy caro. Glorifiquen, pues, a Dios con el
cuerpo.
Palabra de Dios.
ACLAMACIÓN
ANTES DEL EVANGELIO Cfr. Jn 1, 41. 17
R. Aleluya, aleluya.
Hemos
encontrado a Cristo, el Mesías. La gracia y la verdad nos han llegado por él. R.
EVANGELIO
Vieron dónde vivía y se quedaron con él.
Del
santo Evangelio según san Juan: 1, 35-42
En
aquel tiempo, estaba Juan el Bautista con dos de sus discípulos, y fijando los
ojos en Jesús, que pasaba, dijo: “Éste es el Cordero de Dios”. Los dos
discípulos, al oír estas palabras, siguieron a Jesús. Él se volvió hacia ellos,
y viendo que lo seguían, les preguntó: “¿Qué buscan?”. Ellos le contestaron:
“¿Dónde vives, Rabí?” (Rabí significa ‘maestro’). Él les dijo: “Vengan a ver”.
Fueron,
pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Eran como las cuatro de
la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron lo que
Juan el Bautista decía y siguieron a Jesús. El primero a quien encontró Andrés,
fue a su hermano Simón, y le dijo: “Hemos encontrado al Mesías” (que quiere
decir ‘el Ungido’). Lo llevó a donde estaba Jesús y éste, fijando en él la
mirada, le dijo: “Tú eres Simón, hijo de Juan. Tú te llamarás Kefás” (que
significa Pedro, es decir, ‘roca’).
Palabra del Señor.
Se dice Credo.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos,
Señor, participar dignamente en estos misterios, porque cada vez que se celebra
el memorial de este sacrificio, se realiza la obra de nuestra redención. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN Cfr. Sal 22, 5
Para
mí, Señor, has preparado la mesa y has llenado mi copa hasta los bordes.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Infúndenos,
Señor, el espíritu de tu caridad, para que, saciados con el pan del cielo,
vivamos siempre unidos en tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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