Verde
Martes
13 de enero
ANTÍFONA
DE ENTRADA Cfr. Ef 1, 9-10
Dios
nos ha dado a conocer el misterio de su voluntad: hacer que todas las cosas,
las del cielo y las de la tierra, tuvieran a Cristo por cabeza.
ORACIÓN
COLECTA
Señor
Dios, que en tu admirable providencia dispusiste que el Reino de Cristo se
extendiera por todo el mundo y que todos los hombres fueran hechos partícipes
de la redención salvadora, concédele a tu Iglesia ser sacramento universal de
salvación, y que a todos los hombres les sea anunciado tu Hijo como el Salvador
de los pueblos y la esperanza de las naciones. Él, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
PRIMERA
LECTURA
Convenía que Dios consumara en la perfección,
mediante el sufrimiento, a Jesucristo, autor y guía de nuestra salvación.
De
la carta a los hebreos: 2, 5-12
Hermanos:
Dios no ha sometido a los ángeles el nuevo orden de la salvación, del cual
estamos hablando. Un salmo lo atestigua solemnemente diciendo: ¿Qué es el
hombre, para que de él te acuerdes, ese pobre ser humano, para que de él te
preocupes? Sin embargo, lo hiciste un poquito inferior a los ángeles, lo
coronaste de gloria y dignidad. Todo lo sometiste bajo sus pies.
Al
decir aquí la Escritura que Dios le sometió todo, no se hace ninguna excepción.
Es verdad que ahora todavía no vemos el universo entero sometido al hombre;
pero sí vemos ya al que por un momento Dios hizo inferior a los ángeles, a Jesús, que por
haber sufrido la muerte, está coronado de gloria y honor. Así, por la gracia
de Dios, la muerte que él sufrió redunda en bien de todos.
En
efecto, el creador y Señor de todas las cosas, quiere que todos sus hijos
tengan parte en su gloria. Por eso convenía que Dios consumara en la
perfección, mediante el sufrimiento, a Jesucristo, autor y guía de nuestra
salvación.
El
santificador y los santificados tienen la misma condición humana. Por eso no se
avergüenza de llamar hermanos a los hombres, cuando dice: Hablaré de
ti a mis hermanos; en medio de la asamblea te alabaré.
Palabra de Dios.
SALMO
RESPONSORIAL Del salmo 8
R. Diste a tu Hijo el mando sobre las obras de tus manos.
¡Qué
admirable es, Señor y Dios nuestro, tu poder en toda la tierra! ¿Qué es el
hombre, para que de él te acuerdes; ese pobre ser humano, para que de él te
preocupes? R.
Sin
embargo, lo hiciste un poquito inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y
dignidad; le diste el mando sobre las obras de tus manos y todo lo sometiste
bajo sus pies. R.
Pusiste
a su servicio los rebaños y las manadas, todos los animales salvajes, las aves
del cielo y los peces del mar, que recorren los caminos de las aguas. R.
ACLAMACIÓN
ANTES DEL EVANGELIO Cfr. 1 Tes 2, 13
R. Aleluya, aleluya.
Reciban
la palabra de Dios, no como palabra humana, sino como palabra divina, tal como
es en realidad. R.
EVANGELIO
No enseñaba como los escribas, sino como quien
tiene autoridad.
Del
santo Evangelio según san Marcos: 1, 21-28
En
aquel tiempo, llegó Jesús a Cafarnaúm y el sábado siguiente fue a la sinagoga y
se puso a enseñar. Los oyentes quedaron asombrados de sus palabras, pues
enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.
Había
en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar:
“¿Qué quieres tú con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a acabar con
nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios”. Jesús le ordenó: “¡Cállate y sal
de él!”. El espíritu inmundo, sacudiendo al hombre con violencia y dando un
alarido, salió de él. Todos quedaron estupefactos y se preguntaban: “¿Qué es
esto? ¿Qué nueva doctrina es ésta? Este hombre tiene autoridad para mandar
hasta a los espíritus inmundos y lo obedecen”. Y muy pronto se extendió su fama
por toda Galilea.
Palabra del Señor.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Dios
misericordioso, mira las ofrendas de este pueblo a ti consagrado y concede, por
la eficacia de este sacramento, que la multitud de los que creen en ti sea
siempre estirpe elegida, sacerdocio real, nación consagrada y pueblo de tu
propiedad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN Cfr. Apoc 22, 17. 20
El
Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Amén. Ven, Señor Jesús.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios
nuestro, que sin cesar alimentas y fortaleces a tu Iglesia con tus sacramentos,
concede a quienes nos hemos alimentado en esta mesa celestial, que, viviendo el
mandato de tu amor, seamos fermento de vida e instrumento de salvación, en
medio de la comunidad humana. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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