Morado
II
DOMINGO DE ADVIENTO
7 de
diciembre
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr.
Is 30, 19. 30
Pueblo
de Sión, mira que el Señor va a venir para salvar a todas las naciones y dejará
oír la majestad de su voz para alegría de tu corazón.
No se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios
omnipotente y misericordioso, haz que ninguna ocupación terrena sirva de
obstáculo a quienes van presurosos al encuentro de tu Hijo, antes bien, que el
aprendizaje de la sabiduría celestial, nos lleve a gozar de su presencia. Él,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los
siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
Preparen el camino del Señor.
Del
libro del profeta Isaías: 40, 1-5. 9-11
“Consuelen,
consuelen a mi pueblo, dice nuestro Dios. Hablen al corazón de Jerusalén y
díganle a gritos que ya terminó el tiempo de su servidumbre y que ya ha
satisfecho por sus iniquidades, porque ya ha recibido de manos del Señor
castigo doble por todos sus pecados”.
Una
voz clama: “Preparen el camino del Señor en el desierto, construyan en el
páramo una calzada para nuestro Dios. Que todo valle se eleve, que todo monte y
colina se rebajen; que lo torcido se enderece y lo escabroso se allane.
Entonces se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán”. Así ha
hablado la boca del Señor. Sube a lo alto del monte, mensajero de buenas nuevas
para Sión; alza con fuerza la voz, tú que anuncias noticias alegres a
Jerusalén. Alza la voz y no temas; anuncia a los ciudadanos de Judá:
“Aquí está
su Dios. Aquí llega el Señor, lleno de poder, el que con su brazo lo domina
todo. El premio de su victoria lo acompaña y sus trofeos lo anteceden. Como
pastor apacentará su rebaño; llevará en sus brazos a los corderitos recién
nacidos y atenderá solícito a sus madres”.
Palabra
de Dios.
SALMO RESPONSORIAL Del
salmo 84
R/. Muéstranos,
Señor, tu misericordia y danos al Salvador.
Escucharé
las palabras del Señor, palabras de paz para su pueblo santo. Está ya cerca
nuestra salvación y la gloria del Señor habitará en la tierra. R/.
La
misericordia y la verdad se encontraron, la justicia y la paz se besaron, la
fidelidad brotó en la tierra y la justicia vino del cielo. R/.
Cuando
el Señor nos muestre su bondad, nuestra tierra producirá su fruto. La justicia
le abrirá camino al Señor e irá siguiendo sus pisadas. R/.
SEGUNDA LECTURA
Esperamos un cielo nuevo y una
tierra nueva.
De la
segunda carta del apóstol san Pedro: 3, 8-14
Queridos
hermanos: No olviden que para el Señor, un día es como mil años y mil años,
como un día. No es que el Señor se tarde, como algunos suponen, en cumplir su
promesa, sino que les tiene a ustedes mucha paciencia, pues no quiere que nadie
perezca, sino que todos se arrepientan.
El
día del Señor llegará como los ladrones. Entonces los cielos desaparecerán con
gran estrépito, los elementos serán destruidos por el fuego y perecerá la
tierra con todo lo que hay en ella.
Puesto
que todo va a ser destruido, piensen con cuánta santidad y entrega deben vivir
ustedes esperando y apresurando el advenimiento del día del Señor, cuando
desaparecerán los cielos, consumidos por el fuego, y se derretirán los
elementos.
Pero
nosotros confiamos en la promesa del Señor y esperamos un cielo nuevo y una
tierra nueva, en que habite la justicia. Por lo tanto, queridos hermanos,
apoyados en esta esperanza, pongan todo su empeño en que el Señor los halle en
paz con él, sin mancha ni reproche.
Palabra de
Dios.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Lc 3, 4. 6
R/. Aleluya,
aleluya.
Preparen
el camino del Señor, hagan rectos sus senderos, y todos los hombres verán la
salvación de Dios. R/.
EVANGELIO
Enderecen los senderos del
Señor.
Del
santo Evangelio según san Marcos: 1, 1-8
Éste
es el principio del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. En el libro del
profeta Isaías está escrito:
He aquí que yo envío a mi mensajero delante
de ti, a preparar tu camino. Voz del que clama en el desierto: “Preparen el
camino del Señor, enderecen sus senderos”.
En
cumplimiento de esto, apareció en el desierto Juan el Bautista predicando un
bautismo de conversión, para el perdón de los pecados. A él acudían de toda la
comarca de Judea y muchos habitantes de Jerusalén; reconocían sus pecados y él
los bautizaba en el Jordán.
Juan
usaba un vestido de pelo de camello, ceñido con un cinturón de cuero y se
alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Proclamaba:
“Ya
viene detrás de mí uno que es más poderoso que yo, uno ante quien no merezco ni
siquiera inclinarme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo los he
bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo”.
Palabra del
Señor.
Se dice Credo.
ORACIÓN SOBRE LAS
OFRENDAS
Que
te sean agradables, Señor, nuestras humildes súplicas y ofrendas, y puesto que
no tenemos merecimientos en qué apoyarnos, socórranos el poderoso auxilio de tu
benevolencia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Bar
5, 5; 4, 36
Levántate,
Jerusalén, sube a lo alto, para que contemples la alegría que te viene de Dios.
ORACIÓN DESPUÉS DE
LA COMUNIÓN
Saciados
por el alimento que nutre nuestro espíritu, te rogamos,
Señor, que, por nuestra
participación en estos misterios, nos enseñes a valorar sabiamente las cosas de
la tierra y a poner nuestro corazón en las del cielo. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
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