Solemnidad
Blanco
LA NATIVIDAD DEL SEÑOR
Misa del día
Jueves
25 de diciembre
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Is 9, 5
Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; lleva sobre
sus hombros el imperio y su nombre será Ángel del gran consejo.
Se dice Gloria.
Señor Dios, que de manera admirable creaste la naturaleza
humana y, de modo aún más admirable, la restauraste, concédenos compartir la
divinidad de aquel que se dignó compartir nuestra humanidad. Él, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los
siglos.
PRIMERA LECTURA
La tierra entera verá la salvación que viene
de nuestro Dios.
Del libro del profeta Isaías: 52,
7-10
¡Qué hermoso es ver correr sobre los montes al mensajero
que anuncia la paz, al mensajero que trae la buena nueva, que pregona la salvación,
que dice a Sión: “Tu Dios es rey”!
Escucha: Tus centinelas alzan la voz y todos a una gritan
alborozados, porque ven con sus propios ojos al Señor, que retorna a Sión.
Prorrumpan en gritos de alegría, ruinas de Jerusalén,
porque el Señor rescata a su pueblo, consuela a Jerusalén. Descubre el Señor su
santo brazo a la vista de todas las naciones. Verá la tierra entera la
salvación que viene de nuestro Dios.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL Del salmo 97
R/. Toda la tierra ha visto al Salvador.
Cantemos al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas.
Su diestra y su santo brazo le han dado la victoria. R/.
El Señor ha dado a conocer su victoria y ha revelado a las
naciones su justicia. Una vez más ha demostrado Dios su amor y su lealtad hacia
Israel. R/.
La tierra entera ha contemplado la victoria de nuestro
Dios. Que todos los pueblos y naciones aclamen con júbilo al Señor. R/.
Cantemos al Señor al son del arpa, suenen los instrumentos.
Aclamemos al son de los clarines al Señor, nuestro rey. R/.
SEGUNDA LECTURA
Dios nos ha hablado por medio de su Hijo.
De la carta a los hebreos: 1, 1-6
En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios en el
pasado a nuestros padres, por boca de los profetas. Ahora, en estos tiempos,
que son los últimos, nos ha hablado por medio de su Hijo, a quien constituyó
heredero de todas las cosas y por medio del cual hizo el universo.
El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios, la imagen
fiel de su ser y el sostén de todas las cosas con su palabra poderosa. Él
mismo, después de efectuar la purificación de los pecados, se sentó a la
diestra de la majestad de Dios, en las alturas, tanto más encumbrado sobre los
ángeles, cuanto más excelso es el nombre que, como herencia, le corresponde.
Porque ¿a cuál de los ángeles le dijo Dios: Tú eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy?
¿O de qué ángel dijo Dios: Yo seré para
él un padre y él será para mí un hijo? Además, en otro pasaje, cuando
introduce en el mundo a su primogénito, dice: Adórenlo todos los ángeles de Dios.
Palabra de Dios.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
R/. Aleluya, aleluya.
Un día sagrado ha brillado para nosotros. Vengan, naciones,
y adoren al Señor, porque hoy ha descendido una gran luz sobre la tierra. R/.
EVANGELIO
Aquel que es la Palabra se hizo hombre y
habitó entre nosotros.
Del santo Evangelio según san Juan: 1, 1-18
En el principio ya existía aquel que es la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. Ya en el principio él estaba con Dios. Todas las cosas vinieron a la existencia por él y sin él nada empezó de cuanto existe. Él era la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la recibieron.
En el principio ya existía aquel que es la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. Ya en el principio él estaba con Dios. Todas las cosas vinieron a la existencia por él y sin él nada empezó de cuanto existe. Él era la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la recibieron.
Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Éste
vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por
medio de él. Él no era la luz, sino testigo de la luz.
Aquel que es la Palabra era la luz verdadera, que ilumina a
todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba; el mundo había sido
hecho por él y, sin embargo, el mundo no lo conoció.
Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron; pero a todos los que lo recibieron les concedió poder llegar a ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre, los cuales no nacieron de la sangre, ni del deseo de la carne, ni por voluntad del hombre, sino que nacieron de Dios.
Y aquel que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre
nosotros. Hemos visto su gloria, gloria que le corresponde como a Unigénito del
Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan el Bautista dio testimonio de él, clamando: “A éste me
refería cuando dije: ‘El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí,
porque ya existía antes que yo’ ”.
De su plenitud hemos recibido todos gracia sobre gracia.
Porque la ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad
vinieron por Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás. El Hijo unigénito, que
está en el seno del Padre, es quien lo ha revelado.
Palabra del Señor.
Se dice Credo.
A las palabras: Y por obra…, todos se arrodillan.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDASQue sea aceptable ante ti, Señor, la oblación de la
presente solemnidad, por la que llegó a nosotros tu benevolencia para nuestra
perfecta reconciliación y nos fue concedido participar en plenitud del culto
divino. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Sal 97, 3Los confines de la tierra han contemplado la salvación que nos viene de Dios.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓNConcédenos, Dios misericordioso, que el Salvador del mundo, que hoy nos ha nacido, puesto que es el autor de nuestro nacimiento a la vida, también nos haga partícipes de su inmortalidad. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Sal 97, 3Los confines de la tierra han contemplado la salvación que nos viene de Dios.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓNConcédenos, Dios misericordioso, que el Salvador del mundo, que hoy nos ha nacido, puesto que es el autor de nuestro nacimiento a la vida, también nos haga partícipes de su inmortalidad. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
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