Morado
Memoria libre de San Nicolás, obispo
6 de diciembre
Sábado I de Adviento
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr.
Is 45, 8
Dejen,
cielos, caer su rocío y que las nubes lluevan al justo; que la tierra se abra y
haga germinar al Salvador.
ORACIÓN COLECTA
Señor
Dios nuestro, que quisiste que tu Verbo se encarnara en el seno de la Virgen
María, según lo anunciado por el ángel; escucha nuestras súplicas y concede a
quienes la proclamamos como verdadera Madre de Dios, la ayuda de su poderosa
intercesión. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
El Señor se compadece de ti al
oír el clamor de tu voz.
Del
libro del profeta Isaías: 30, 19-21. 23-26
Esto
dice el Señor Dios de Israel: “Pueblo de Sión, que habitas en Jerusalén, ya no
volverás a llorar. El Señor misericordioso, al oír tus gemidos, se apiadará de
ti y te responderá, apenas te oiga. Aunque te dé el pan de las adversidades y
el agua de la congoja, ya no se esconderá el que te instruye; tus ojos lo
verán. Con tus oídos oirás detrás de ti una voz que te dirá: ‘Éste es el
camino. Síguelo sin desviarte, ni a la derecha, ni a la izquierda’.
El
Señor mandará su lluvia para la semilla que siembres y el pan que producirá la
tierra será abundante y sustancioso. Aquel día, tus ganados pastarán en
dilatadas praderas. Los bueyes y los burros que trabajan el campo, comerán
forraje sabroso, aventado con pala y bieldo.
En
todo monte elevado y toda colina alta, habrá arroyos y corrientes de agua el
día de la gran matanza, cuando se derrumben las torres. El día en que el Señor
vende las heridas de su pueblo y le sane las llagas de sus golpes, la luz de la
luna será como la luz del sol; será siete veces mayor, como si fueran siete
días en uno”.
Palabra de
Dios.
SALMO RESPONSORIAL Del
salmo 146
R/. Alabemos al
Señor, nuestro Dios.
Alabemos
al Señor, nuestro Dios, porque es hermoso y justo el alabarlo. El Señor ha
reconstruido a Jerusalén y a los dispersos de Israel los ha reunido. R/.
El
Señor sana los corazones quebrantados y venda las heridas. Tiende su mano a los
humildes y humilla hasta el polvo a los malvados. R/.
Él puede contar el número
de estrellas y llama a cada una por su nombre. Grande es nuestro Dios, todo lo
puede; su sabiduría no tiene límites. R/.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Is 33, 22
R/. Aleluya,
aleluya.
El
Señor es nuestro juez, nuestro legislador y nuestro rey; él vendrá a salvarnos.
R/.
EVANGELIO
Al ver a la multitud se compadeció de ella.
Del santo Evangelio según san Mateo: 9, 35–10, 1. 6-8
En
aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las
sinagogas, predicando el Evangelio del Reino y curando toda enfermedad y
dolencia. Al ver a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban
extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus
discípulos: “La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por lo
tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos”.
Después,
llamando a sus doce discípulos, les dio poder para expulsar a los espíritus
impuros y curar toda clase de enfermedades y dolencias. Les dijo: “Vayan en
busca de las ovejas perdidas de la casa de Israel. Vayan y proclamen por el
camino que ya se acerca el Reino de los cielos. Curen a los leprosos y demás
enfermos; resuciten a los muertos y echen fuera a los demonios. Gratuitamente
han recibido este poder; ejérzanlo, pues, gratuitamente”.
Palabra del
Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS
OFRENDAS
Acepta,
Señor, estos dones, y por tu gracia conviértelos en sacramento de salvación, en
el cual, después de que cesaron los sacrificios que en figura ofrecían en la
Antigua Alianza nuestros Padres, se ofrece ahora el verdadero Cordero, nacido
de manera inefable de la inmaculada Virgen María, Jesucristo, tu Hijo. Él, que
vive y reina por los siglos de los siglos.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN
Cfr. Is 7, 14
He
aquí que la Virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán el nombre de
Emmanuel.
ORACIÓN DESPUÉS DE
LA COMUNIÓN
Señor,
Dios nuestro, que el sacramento que hemos recibido atraiga continuamente sobre
nosotros tu misericordia, para que seamos salvos, en virtud de la Encarnación
de tu Hijo, todos los que celebramos con fe el recuerdo de su santísima Madre.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
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